miércoles, 22 de noviembre de 2017

Respuesta de un "Liberalote" al diputado Fernando Iglesias.

Esto es para contestar a Fernando Iglesias y su nota sobre los “Liberalotes” que es como nos llama a todos los que somos liberales.

Ante todo separo a Iglesias entre persona y personaje. Como persona me consta que es muy buen tipo, a pesar de ser un “cascarrabias” pero es leal, honesto y extremadamente preparado académicamente

Yo le contesto al personaje que tanto le gusta usar y a la vez de quien, con cada vez más frecuencia, se transforma en su esclavo.

Iglesias dice que no se puede aplicar soluciones liberales en argentina porque no es un país civilizado. 

Pifie de par a par. 

Todos los países “civilizados” de hoy tienen gastos públicos grandes. Desde Estados Unidos a Francia tienen estructuras burocráticas inmensas, sin hablar del gasto militar bancado por emisión de deuda y corporaciones políticas tan solemnes y rimbombantes que parecen monacales.

Pero el camino a la civilización de los actuales “civilizados”, valga la redundancia, no fue a través de ganar récords mundiales de presión tributaria, primer puesto que hoy ostenta Argentina. Mucho menos fue con un déficit fiscal de casi 10 puntos del PBI, cuando 4 puntos se considera “alto”, también primer puesto mundial en manos de Argentina. Muchísimo menos llegaron a la civilización manteniendo la segunda inflación más alta del mundo.

Solucionaron todos esos temas en forma preliminar antes de empezar el camino a la civilización.

Hoy los “liberalotes” como nos llama Cambiemos o “liberaludos” como nos llamaban los kirchneristas, no proponemos cerrar el estado. Al menos en mi caso, nunca termine de leer a Ayn Rand porque me desespera del aburrimiento la forma en que escribía. Lo que me gustaría que se haga es cambiar esta Argentina corporativa, lo mismo que supongo que Iglesias votó en 2015.

Iglesias es humanista, básicamente todo lo contrario que existe filosóficamente al fascismo. Sin embargo su personaje empezó a defender el corporativismo heredado del desastre anterior. Su actual discurso de status quo, al menos el de su personaje, es el mismo que el de los sindicatos, las cámaras, la iglesia católica y por supuesto el 100% de la corporación política.

Ajustar el estado más deficitario del mundo no se trata de “gustos”, ideologías o ganas, es una responsabilidad u obligación de quienes lo gestionan.

Pero vamos más allá y cedamos ante el “gradualismo” propuesto y encarado por este gobierno, supongamos que dado que hay margen para tomar deuda podemos suplir esta situación de todo un país pagando un estado inmenso e ineficaz  por la solución lenta de apostar por un crecimiento sostenido por al menos una década para bajar de 10 puntos del PBI de déficit a un 4. Bien, ese plan tampoco se empezó a cumplir por ahora. Porque estos dos años se incrementó el estado de Kiciloff, no se disminuyó en lo más mínimo.

La reforma del estado no llegó, y la nueva reforma tributaria habla de un achique del 0,5 antes de que llegue al congreso, por lo que probablemente y siguiendo la línea de los últimos 70 años, ese achique quedará en la nada y estaremos ante una nueva suba del gasto luego que pase por esa maquina drogadicta de pedir mas recursos.

Iglesias cuando se refiere a los liberales nombra a los “tanques de Videla”, como hacían y hacen los kirchneristas. En la misma línea pide que armemos un partido como requisito para opinar. Hoy en este mundo globalizado, del cual Iglesias es un fuerte militante (al igual que yo), las ideas que imperan son las liberales, no necesitamos hacer un partido argentino porque nuestras reglas de prosperidad fueron tomadas por el mundo civilizado y bajaron la pobreza como jamas se ha visto en la historia. Y no a "golpes de estado" sino a golpe de liberar las funciones que crean riqueza.  

Esta discusión trata de ir hacia un estado moderno, pero no “el estado moderno neoliberal que produce pobreza y muerte” como Iglesias, los comunistas y el flagelo ideológico pre kirchnerista llamaban a las flamantes experiencias post caída del muro, donde nadie era especialista en gobernar tras la caída de “Dos mundos” absolutamente diferentes. Fue un escenario único en la historia y ahí la que funcionaba era la experimentación.

Hoy un estado moderno tiene la estructura de los estados modernos de 2017, no los de 1991. Mostrar algo obsoleto del pasado como alternativa para poder mantener el status quo actual es temerario.

Hoy, los estados modernos (los bálticos, Nueva Zelanda, Australia, Singapur, Chile, incluso Peru) no proponen darle de comer a un monstruo enfermo, lo dejan morir para crear un “monstruito” que no haga daño, que su ambición por vivir de los que producen y de los que consumen este atenuado a lo mínimo.

Argentina decidió en esta nueva experiencia seguir alimentando una monstruosidad enferma que se niega a morir porque sus órganos vitales son las corporaciones que destruyeron un gran país como Argentina. Esos órganos hoy serán más críticos, más coherentes, más educados, incluso más honestos como Iglesias, que es intachable en ese rubro, pero “a la fine” son órganos de ese monstruo. Y aparentemente se niegan a cambiar por un monstruito domesticado, que exista, pero que deje al resto vivir sin ser devorados.

Los liberalotes o liberaludos no somos el problema actual, nunca lo fuimos, de hecho los años más prósperos de argentina coinciden con los años que gobernamos al país. Somos la solución, pero a un gran costo para Iglesias y las corporaciones y un enorme beneficio para el pais dentro de este mundo moderno. Lo positivo es que esto se empezó a discutir, en esto si cambiamos.

viernes, 10 de febrero de 2017

La burbuja demente

Imagínate caminar por un sendero en Villa Traful donde las lavandas pelean en olor con los arbustos de romero y la madera húmeda tapada de musgo. El verde que pelea en color con el ocre del alerce, custodiados con patadas en la frente por el cielo azul. 

Y en ese ACV de pureza y vida buena te despertas con un tachero que te habla en febrero de 2017 que con Perón los argentinos ganamos en justicia social.

Hace 60 años. 

Queres volver a tu viaje mental que te habías formado en la cabeza pero es imposible. 

Uno se quiere ir y te vuelven a llevar. 

Una y otra vez. 

Te quieren en un charco pútrido de un pasado solvente que con una mera chispa se vuelve una llamarada de microsegundos pero que alcanza para cagarte el día. 

De sobra. 

Por el tema internet llegas a noticias de todo el mundo con noticias sobre nuevos descubrimientos, innovaciones, medidas políticas en países que ves desde el fondo de un abismo. 

Un abismo que huele. 

Lejano. 

Lees esas cosas, tablas, índices, estadísticas. 

-Paneles solares en Etiopía.
-Uganda recuperó los caudales de sus ríos. 
-Bangladesh hizo un fondo anti cíclico financiero con la guita del petróleo. 

Y el tachero te dice que "los 70 hubo muchos culpables, pero mi bisabuelo la casa la hizo con Perón" 

Hace 60 años. 

"Yo no sé si Massa es peronista, le tengo confianza igual, Cristina no era" 

La caminata por el sendero en Villa Traful es, ya a esta altura, inalcanzable. 

Las noticias de los avances en Uganda y Bangladesh te lo tapa el monólogo del tachero y la radio donde se pelean tres periodistas sobre la tasa de interés que desde ahora se tienen que informar porque así entonces se haría un shock de mercado que entonces impactaria en los precios de la heladera entonces en lugar de gastar setenta mil ochocientos pesos gastarías setenta mil setecientos cincuenta rompiendo con la métrica interanual solapada en el comportamiento típica de catarsis de golpe medio psicosocial.

Y se va todo. 

Todo muere.

Te debilitas, tenes ganas de volver a tu casa a dormir con Netflix. Te da paja, eh. 

La burbuja demente.